Las toallitas húmedas eran consideradas inofensivas hasta que se convirtieron en uno de los principales problemas de las redes de saneamiento público de todo el país. Ahora forma parte del día a día de los fontaneros en Bilbao.
La mala praxis de los consumidores a la hora de desecharlas, junto con la falta de regulación en cuanto al etiquetado de las mismas, ha ocasionado ya pérdidas de más de 200 millones de euros anuales en España.
El problema de los atascos por las toallitas húmedas se hizo latente en el año 2017 cuando las principales conducciones de aguas residuales de varias comunidades se vieron obstruidas.
Los casos más sonados se dieron en Valencia, donde el tapón ascendía a 1 kilómetro de longitud y más de mil toneladas de peso. O por ejemplo en San Sebastián, dónde la bola de residuos llegó a alcanzar los 75 metros cúbicos. Este tipo de noticias las informaban El País y El Diario Vasco.
Dos años después, el peligro persiste. El Ayuntamiento de Valencia ha extraído desde 2017 cerca de 5.000 toneladas de residuos. Principalmente de toallitas higiénicas, del Colector Norte en el que se formó el tapón la primera vez.
Por su parte, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) ha presentado un conjunto de medidas para informar al consumidor del correcto desecho de las toallitas húmedas que, según datos de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, generan atascos en los desagües que afectan a las redes de saneamiento y al funcionamiento de las depuradoras.
Entre estas medidas se encuentra el “Código de Buenas Prácticas de etiquetado de Toallitas y Papel Higiénico Húmedo”. El objetivo es obligar a los productores a “mejorar la evaluación técnica de los productos” y a acreditar que dichos productos cumplen con los criterios aceptados en cuanto a su descomposición, sedimentación, dispersión, desintegración y biodegradación, según un comunicado de la asociación.
Vicent Sarrià, el concejal responsable del servicio del Ciclo del Agua en el Ayuntamiento de Valencia, sostiene que la solución tiene que pasar también por concienciar a los ciudadanos de que la red de alcantarillas “no es un vertedero”.
Debemos ser conscientes de que estos problemas no sólo afectan a la red de alcantarillado sino también a nuestros propios inodoros, cañerías y bajantes comunitarias.
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